lunes, 12 de agosto de 2013

Orasuli Transilvania: Desde el corazón de Rumanía

Acabo de regresar hace poquito de un viaje por Transilvania, Rumanía. Y las secciones inaguradas de los blogs deben tener más de una entrada, así que parece el momento de añadir una nueva a las reseñas de cupcakes por el mundo.

Antes de ir para allá, estuve mirando por Internet. Una de las ciudades que visitamos, era más o menos importante, y contaba entre sus casitas con una tienda de cupcakes, "Happy Cake". Allí descubrí que existen más tiendas dedicas al mundo de las tartas (solo las vi pasar tristemente a través de las ventanas del autobús) pero creo que es la única que vende cupcakes, que es lo que a mi me interesaba. Tiene cierto nombre en la ciudad, porque en el casco antiguo de la ciudad (que es además, la zona turística) algunos de los cafés sirven los cupcakes de esta tienda.

Está cerca del centro y se puede ir andando tranquilamente. Está en el bajo de una casita y el rótulo se puede ver perfectamente.

Es bastante evidente a qué se dedica, ¿no?


Desde fuera parecía bastante chiquitita y efectivamente no es muy grande.



Tengo que reconocer que lo primero que me llamó la atención es que no fuera rosa. Me leo y hasta a mi me suena ñoño. Y hardcore. Pero tengo comprobado que la mayoría de estos sitios están decorados en tonos pastel, sobre todo rosa o azul. Probablemente se deba a que las personas que se dedican a este tipo de hobbies convertidos en negocio (porque sí señoras y señores, son un negocio) tengan el alma un poco de color rosita y azulón. Mucho azúcar en vena y en la forma de ser. Y aunque no voy a negar que soy partidaria del rosa, agradezco que sea más cañero. Total, que un punto positivo a que sea verde.

El sitio en sí es pequeñito pero cuco (sacadme el azúcar de las venaaaas). Pero tiene un gran y enorme pero. No tiene sitio para sentarse. No hay mesas o sillas. No es un sitio para tomar algo. Es para llevar, sin posibilidad de quedarse allí. El sitio es poco más grande que lo que veis en la foto. Creo que lo único que no ha quedado retratado en esa foto es una pequeña neverita con refrescos.

Otra de las cosas que eché en falta, quizá acostumbrada a otros sitios de cupcakes, es la falta de cosas en venta. Quiero decir, había cupcakes. Pero no había ingredientes o herramientas, o revistas de repostería.



No tengo ni idea de cuánto tiempo tiene la tienda (he intentado mirar un poco la web, pero mi rumano es más bien inexistente) pero sí es cierto que me pareció un poco pobre.

Nos atendió una chica muy agradable. Le agradezco los esfuerzos que hizo para hablar en castellano (evidentemente los carteles de los cupcakes estaban en rumano) y/o en inglés. No sabía explicarnos de qué era uno de los cupcakes y buscó una imagen en google con su ordenador para que pudiéramos verlo. Para la chica un 10. Un servicio genial.



Sé que atienden pedidos corporativos (viene en su web) y para bodas (se nos coló una pareja que encargó varias cosas, a saber qué, y que además se llevó el macaron que yo quería).

Además de los cupcakes también tenían galletas (aunque no las recuerdo especialmente vistosas), macarons y cake pops:

Yo quería el azul, y se lo llevó la chica que se nos coló, así que me quedé sin probarlos :(

Los cakepops quedaban chulos
La chica suspiró aliviada cuando vió que sabía qué eran los cakepops y que yo misma se lo explicaba a mis acompañantes. Es que hay cosas que son complejas de explicar cuando existen barreras idiomáticas...

Fuimos a eso de las 6 de la tarde (el local cierra a las 8) y los que quedaban estaban metidos en estas baldas-frigorífico:




Soles sonrientes

Después de mirarlo todo mucho, convocar un cónclave, pegarnos con el idioma y deducir sabores; decidimos coger una caja de cuatro (uno para cada uno) y un cakepop. 4 era un buen número, porque tenían cajas para 4, cómodas para llevar.



Del cakepop hay que decir que era de tamaño XXXL, un poquito descomunal (yo quería el rojo, pero la chica que se llevó mi macaron azul también se llevó el rojo):

Debo decir muy a mi pesar, que la mejor definición para esto es "mono"


No sabría opinar sobre el precio, porque Rumanía es un lugar donde las cosas son baratas si lo comparamos con esto. Cada cupcake salía como a euro y medio (y señores, eso en el standard de cupcakes es muy barato, ¿pero lo es para la media rumana?). Aunque sí puedo decir que para mi bolsillo, me resultó barato.

Ahora, una vez que nos hemos puesto en contexto (joder qué tocho ha sido el contexto), entremos a reseñar y valorar lo que realmente importa, los cupcakes.

El primero de todos es el que yo elegí, de fresa, que aprendimos es Capsuni (con algún acento en alguna parte, pero no recuerdo cómo). La presentación es bonita, en tonos rojos con la mariposa y el papel a juego:



Le pego un mordisco, primero por separado, luego a la buttercream y al bizcocho junto.


Desgraciadamente, tengo que decir que esperaba más. El bizcocho está bueno y no es pesado. Pero ay la crema de mantequilla... Densa, con sabor a mantequillazo y a fresa sintética. Le quito la mariposa, porque además, el fondant no me convence... Me acabo el cupcake a duras penas pensando que al menos, he probado otro.

Un poco desilusionada, voy pidiendo que me dejen probar los suyos a mis amigos. El siguiente que pruebo es el de la carita sonriente, de melón (que se dice pepenne galbe). Ésta vez el bizcocho es de chocolate. Parece ser que el sabor diferenciado de cada cupcake se limita a la crema de mantequilla. El bizcocho es algo más denso, pero sigue estando bueno. Y la crema es algo mejor, más suave, pero con un toque a melón de chicle. El problema, además, es que no me gusta el melón, y menos el de gominola.



Sigo probando una pizquita. El siguiente es el de Oreo. La chica nos dijo que era la especialidad, el que más le gustaba a ella. Y además costaba medio leu más (como 12 céntimos de euro más). Cuando lo pruebo, es, sin ninguna duda, el mejor con diferencia. El bizcocho vuelve a ser de chocolate, exactamente igual que los otros que llevan bizcocho de chocolate. Lleva una oreo al fondo y ésta vez, la buttercream es aceptable. La recomendación está bien hecha.


El último que pruebo es el de plátano. El bizcocho de chocolate es el mismo que en los otros. Pero cuando pruebo la buttercream... ¡Sabe a unicornio de plátano, bananaaa! El sabor a gominola extradulce de plátano es excesivo. Me quedo demasiado empachada para comprobar si probándola junto a un poco de bizcocho el susto inicial no sea tan grande.


Por último probamos nuestra piruleta, el cakepop. Antes de hincarle el diente pienso que es excesivamente grande, lo que se ve confirmado cuando descubro que es extremadamente dulce. Tiene excesivo azúcar. Todo el azúcar de colores que lleva por fuera hace que cruja demasiado, cosa que a mis acompañantes no les gusta nada. Yo iba mentalizada para ello, pero sí, puede que cruja demasiado. El relleno no está mal. Pero la opinión general es que no merece la pena.

Lo cierto es que siento que mi opinión no sea excesivamente buena, sobre todo después del genial trato. Pero estoy intentando ser objetiva. En otro orden de cosas, os dejo una última foto antes de la promesa de otro post sobre Rumanía.




Ésta soy yo mirando arrobada los cupcakes. Disfrutad, porque es la primera vez (y posiblemente la última que aparezca por aquí)




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